miércoles, 20 de febrero de 2013

El Hobbit: un viaje inesperado (The Hobbit: An Unexpected Journey: Peter Jackson, 2012)


El esperado retorno de Peter Jackson a la Tierra Media ha resultado agridulce. A diferencia de El Señor de los Anillos, El Hobbit carece de la magia de sus antecesoras, concediendo demasiada importancia a los efectos especiales y a la espectacularidad que se espera de un gran blockbuster. La película venía precedida de una gran campaña publicitaria que precisamente era esto lo que resaltaba: no solo el hecho de estar rodada en 3D sino además la novedad de emplear 48 fps. Sin embargo, resulta paradójico que en ningún cine de España se pudiera proyectar con ambas características y en VOSE.

Quizás su mayor tara sea el deseo de convertir una pequeña novela en una trilogía. La novela, enfocada como un relato de aventuras para niños, carece de la épica y espectacularidad de El Señor de los Anillos. Y ya el propio director advierte, sin ningún tipo de escrúpulos, que su principal interés reside en la recaudación: "La realidad es que yo no soy un artista, estoy en la industria del entretenimiento, del escapismo, trabajo en equipo y si la taquilla responde, eso es lo que realmente importa" (artículo de El País: "La crítica no tiene la última palabra").

Así pues, "escapismo" es la palabra que define lo que busca Peter Jackson. Esto se traduce en que la mayor parte de la película transcurre en medio de batallas, en un frenesí constante por el continuo bombardeo de imágenes que consiguen que en ningún momento decaiga la atención. Tanto es así que no da pie a que el espectador se pare un momento a reflexionar sobre el escaso contenido del film.

Se trata, además, de una película donde abundan los típicos cliches del cine de acción (y dado los recursos con los que contaba como superproducción, se esperaba mucho más a la hora de resolver este tipo de escenas): 
- Héroe marcado por una profunda tragedia que mira al vacío mientras rememora su aciago destino, con la puesta de sol como telón de fondo, en un antiguo túmulo, con la música in crescendo...
- Uso de cámara lenta en los enfrentamientos, remarcando el odio y la intensidad que experimenta cada uno de los combatientes mediante primeros planos, primerísimos planos... 
- Personaje que grita ante el desastre inminente: "¡Noooo!".

No obstante, y a pesar de las deficiencias argumentales, hay que destacar el buen trabajo del actor Martin Freeman (conocido por su papel como John Watson en la serie de la BBC Sherlock), quien realiza una entrañable interpretación del joven Bilbo y ha sabido captar la esencia cándida y hogareña que los hobbits transmiten en los libros de Tolkien. 

Con respecto a la banda sonora, Howard Shore ha partido del material temático de la trilogía madre, hecho que otorga unidad a la saga pero que a la vez lastra la partitura. A menudo el compositor y su equipo se limitan a hacer una mera cita del material preexistente sin desarrollarlo, cuando no al uso directamente contradictorio del mismo (véase, por ejemplo, el uso del tema de los Nazgul ("The Black Rider") para la escena en que Ragadast ve al Nigromante). Y, para más inri, sólo se introduce un nuevo tema musical a lo largo de 169 minutos ("Misty Mountains"). 

En resumen, El Hobbit supone un entretenimiento apto para todos los públicos que decepcionará a aquellos que esperen una producción al nivel de El Señor de los Anillos. Depositamos cautelosamente nuestras esperanzas en que las próximas entregas lleguen a atisbar la magia de la trilogía primigenia. 

SPOILER (o algo así)
Para concluir la estructura de la película podría resumirse en el siguiente esquema: batallas - llegan los enanos a La Comarca - batallas - secuencia Bilbo vs. Gollum -  más batallas - THE END. [modo montaña rusa off, hasta próximas entregas, claro]

© Un invento sin futuro

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